El Hospital General de Zona # 14 y la residencia de medicina interna
Ha pasado ya más de 1 año desde que empezó la pandemia de SARS-CoV2, (el nuevo coronavirus); a través de este tiempo he seguido de cerca a más no poder todo lo relacionado con este desastre mundial, desde los primeros reportes hasta los posibles tratamientos que, por lo general, de poco han servido. Dentro de estas noticias, una de las que más sorpresa me causó y más esperanza me dio, fue que Pfizer y otras compañías se lanzaran a la cruzada de buscar inventar una vacuna.
Hoy, después de más de 10 meses de que empezaron el proceso de creración, llevo conmigo la maravilla que Pfizer & BioNTech crearon.
La llegada:
El día 14 de enero (jueves), llegué a mi clínica, y al entrar en mi piso, el representante sindical me dijo: «Doctor, están vacunando contra COVID, vaya». Como el piso no debe quedarse solo, le pedí a mi compañero de turno que bajara él, y que yo iría en la tarde. Cuando salí del área COVID, me dirigí al sótano del hospital, como a eso de las 17:30 horas y, a lo lejos, vi una fila enorme de gente, pero eso no fue, al final, el problema: el software del equipo de cómputo no estaba funcionando y había un caos enorme, incluyendo a un médico directivo poniéndose de acuerdo con alguien representante del gobierno actual (lo sé por su chaleco y uniforme), sobre cómo trabajar mejor el día siguiente, pero nadie me decía nada, parecía como si no estuviera. «A lo mejor me morí de COVID19 y no me di cuenta», pensé, procedí a pellizcarme y me di cuenta que seguía vivo.
Una enfermera que conozco y que iba saliendo de la batalla campal que estaba ocurriendo en la oficina, me dijo que por ese día ya se había terminado todo, y que regresara mañana. Me fui con cierto malestar de ahí y, al rato se me olvidó.
Al día siguiente (15 de enero del 2020), llegué al hospital, subí a piso y, al ver que estaban mis compañeros del área COVID, (ya todos vacunados), decidí ir a que me vacunaran a mí también, para ya resolver este asunto de una vez.
Lo primero que me dijeron era que me buscara en una página de internet para confirmar que mi nombre estuviera contemplado como candidato de primera línea para ser inmunizado, lo cual confirmé rápidamente tras introducir mi CURP, y otros datos personales. Esto provocó que se generara un «código QR», al cual le saqué como 20 capturas de pantalla para no perderlo. Acto seguido, me formé y me dieron un par de hojas que tenía que llenar, una de ellas era para entregar al momento de aplicarme la primera dosis y, la otra, para cuando vuelva por el refuerzo. Eran datos de los más comunes que te puedas imaginar, así que, cuando te toque, calma, todo estará bien. Con código QR y hojas en mano, ya estaba listo para que me pasaran para adentro, donde estaban vacunando. Mientras, en la fila, ya sabes, las preguntas de más de uno acerca de si la vacuna sería segura o no, que traté de contestar lo mejor que pude, pero como siempre, no faltó el que dice que esto es un invento de la élite mundial que busca destruirnos a todos y lo que consideres agregarle a este penoso discurso.
«Conque así es como vacunan»:
De pronto, nos dijeron como a 10, que estábamos formados: «pasen» (yo era el tercero de la fila). Una vez adentro, nos pidieron que nos sentáramos en unas sillas individuales de plástico color verde (todo un clásico en el IMSS), que estaban debidamente espaciadas (clausuradas una sí, y una no). Sentados, vi como frente a mí había aproximadamente 10 sillones o «reposets» de esos reclinables, en donde estaban las previas 10 personas que se habían vacunado 10 minutos antes, y a quienes tenían en observación. Había compañeros de intendencia, de enfermería y doctores, todos ahí.
Mientras esperábamos, una compañera enfermera nos explicaba que iríamos pasando de 2 en 2 a ser vacunados y que luego cada quien tendría que estar sentado por 10 minutos para asegurarnos que no había ningún efecto secundario. Conocido el plan, era cuestión de unos minutos para que me llegara el histórico momento.
Confiado, pero nervioso:
Vi en cámara lenta como me señalaban y me indicaban en qué silla sentarme. Lo hice, y la enfermera con guantes, careta y cubrebocas, me preguntó si yo era alérgico al huevo (lo cual es un error, porque la vacuna no contiene nada de eso), si me había vacunado en el último mes contra alguna enfermedad (pero no, pues la última que me puse fue la de influenza hace más de 2 meses), y si padecía alguna otra enfermedad, como cáncer. Afortunadamente nada de eso tengo y mi respuesta fue negativa. Tenía lista la cámara frontal de mi teléfono y en cuanto sentí el pinchazo, rápidamente me tomé 3 fotografías. Estaba nervioso porque era un momento que había estado esperando desde hace mucho (recuerda que tuve COVID19 en julio del año pasado, y aprendí lo terrible que es la enfermedad con la cual tuve miedo de morir; si quieres escuchar esa triste historia, anexaré el enlace hacia mi podcast al final del artículo), y pensé en lo afortunado que soy de haber logrado estar vivo para llegar a tener la oportunidad de utilizar esta arma que la ciencia ha producido; pensaba en los más de 2 millones de personas que no tuvieron esa suerte, y que han muerto a manos del coronavirus; pensé en la tecnología que la vacuna que me estaban poniendo, tenía, y que era la primera vez que se utilizaba en seres humanos (RNA mensajero). Fue un momento de muchos sentimientos encontrados.
Por cierto, no me dolió absolutamente nada.
Después de vacunarme, nos pusieron en observación por 10 minutos, y luego nos enviaron a otro escritorio para que nos leyeran el código QR y entonces se generara la fecha para la siguiente dosis (para mí, será el 4 de febrero; debe haber una diferencia de 3 semanas entre las dosis, si la vacuna es de Pfizer, no lo olvides). Me apuntaron mi nueva cita, y después me enviaron a mi último paso: entregar la mitad de mi hoja y comprobante de vacunación, a una persona del gobierno, y yo quedarme con la otra mitad que era mi vale para acceder a la siguiente dosis, en 3 semanas. Después de eso, me fui a mi piso a trabajar.
Todo el proceso duró, desde que llegué hasta que me fui, aproximadamente 25 minutos. Pensé que sería más tardado, pero la verdad, la logística fue muy buena.
¿Tuve algún efecto secundario?
En todo el día de la aplicación, no sentí nada, incluso pensaba que tendría mucha suerte y estaría sin molestia alguna, pero después, a 24 horas de la dosis, me empezó a doler mi brazo, de manera moderada, dolía sobre todo, con cada movimiento. Luego, a las 36 horas, tuve algo de debilidad y sensación de hipertermia (como si tuviera algo de fiebre); no me sentía al cien por ciento, pero también ya lo esperaba, me he informado acerca de los efectos secundarios potenciales de la vacuna y esto es perfectamente explicable.
Si voy a quedar protegido contra COVID19, prefiero sentir esto durante días y a toda hora, que lidiar con una enfermedad que ha matado ya a más de 2 millones de personas, al momento de escribir esto. No dejes que el temor de algún efecto secundario, te impida acceder a la obra más importante de la ciencia, en lo que va del siglo. Vamos a formar parte de la que será la campaña de vacunación más grande de toda la historia humana y, por nada del mundo, faltaré a mi cita del 04 de febrero del 2020.
¡Vamos a estar bien!
Dr. Luis Enrique Zamora Angulo, Médico Internista.
Contacto: drzamoramx@gmail.com. Citas al 3313377604.

