COVID19 y recetas interminables: el médico que se engañó

Una de las pacientes que atendí hace poco, mientras me platicaba sus antecedentes y su situación actual, sacó de su bolsa una receta llena de medicamentos que, a mi juicio, le iban a servir de poco o nada para aliviar su padecimiento. La receta se quedó sobre el escritorio y mi mente empezó a trabajar en segundo plano, mientras continuaba la consulta. Esta llegó a buen término y ella salió junto a su familia con una nueva receta; yo tuve para estar pensando el resto del día.

En Tweeter y Facebook, circulan infinidad de recetas que son ejemplo de lo que es el abuso de los fármacos y la carencia de estructura de pensamiento para interpretar resultados de estudios clínicos, guías clínicas y, claro, cómo abordar un paciente. A lo largo de esta pandemia, debo de haber compartido en mis redes sociales unas 2 o 4, pero sigo observando de cuándo en cuándo otras que terceros comparten, todas llenas de basura, prescritas por un médico cuyo nombramiento es meramente administrativo, nunca lo fue.

También, en múltiples ocasiones, me preguntaron si me enojaba ver esas recetas, y la respuesta es sí, sin embargo, no es lo único que despiertan en mí, ni lo principal tampoco. Lo que llega en cuotas incuantificables, es decepción. La ignorancia que desbordan tales recetas es grosera, y trasciende a la lista de fármacos que en ella se describen.

Buscando constantemente soluciones:

Abordar un caso es toda una aventura. El trayecto a recorrer ni siquiera llega a ser lineal, ocurre de cuándo en cuándo. Puede estar lleno de curvas y baches que nos hacen tomar decisiones sobre la marcha, para guiar al paciente hacia la curación, al control correcto de su enfermedad, y entonces darlo de alta. No a todos los pacientes, aunque padezcan lo mismo, se les deja calcado un tratamiento. Más de alguno tendrá alguna característica en particular que hará que algo cambie en las medicinas y medidas que recibe, por pequeña que sea esta modificación. Va desde si se es alérgico a un medicamento, o si se tiene enfermedad renal crónica o, simplemente, el medicamento que siempre preferimos recetar, no le funciona a ese paciente. Cada callejón sin salida nos debe llevar a la búsqueda de una nueva solución.

También, si el caso es complicado, es común que las opciones de tratamiento se vayan agotando, y la persona se dirija poco a poco a un callejón sin salida que terminará en la muerte. Cada caso tiene sus matices, y es lo que hace que el ejercicio del médico, aparte de estar apoyado en la ciencia, también sea un arte. Muchos de los que estamos en esto disfrutamos ver que un tratamiento funciona y que el paciente mejora pero, también, sufrimos la angustia y desesperación que surge cuando, a pesar de nuestros esfuerzos, el rumbo del caso va dirigido al naufragio.

Es frecuente que, fuera de los horarios de hospital, tengamos en la mente, muy presente, a uno o 2 de las personas que atendemos, y nos vemos enviando mensajes a los residentes de guardia en horarios distintos al nuestro, para que nos hagan favor de solicitar ciertos exámenes o informarnos sobre la evolución clínica. Esta alarma adquirida no la posee el recetador compulsivo, y eso lo lleva a vivir una existencia gris, intrascendente, dentro de la medicina.

¿Porqué existen las recetas llenas de medicamentos inútiles contra el COVID19?

Ejemplo de una receta desastrosa contra COVID19. Al menos 8 «medicamentos».

Debido a su incapacidad para analizar información, el recetador compulsivo vive más en los reportes de prensa que en las guías clínicas. Ante el promisorio encabezado de un fármaco contra una enfermedad que ha matado a millones de personas, se deja llevar por la corriente, pues teme que dejar de dárselo al paciente pueda provocarle la muerte; «por sí o por no, se lo voy a dejar», piensa. Según su lógica, cualquier cosa pudiera funcionar a menos que se demuestre lo contrario, y la receta se empieza a llenar de medicamentos. Esta receta se repetirá con todos y cada uno de los pacientes que este médico verá. «Por sí o por no», «por si acaso», «no vaya a ser», «¿Y si me demandan y yo no se lo receté?» Todos sus pensamientos estarán llenos de posibilidades, nunca de certezas.

El médico que cae en esto, vive autoengañado: cree que ejerce una medicina muy actualizada, vanguardista y que, por ende es un profesionista muy competente; se siente un gran médico, cuando lo que ocurre es que ha mecanizado su trabajo, se ha saltado todos los procesos de análisis y se ha quitado toda responsabilidad: Si el paciente mejora, él, como doctor, es muy bueno, y si no, ya le tocaba morirse.

Puedo verlo sentirse el más capaz de todos, cuando lo que ocurre es que se engaña así mismo todo el tiempo. No podría nunca llevar a buen puerto a nadie. Cualquier paciente que se encuentre en el punto de quiebre donde la decisión del médico realmente defina su futuro, las va a llevar de perder. Es incapaz de cuestionarse y de buscar respuestas a sus preguntas y, por lo tanto, no podrá crecer. Ejercer será monótono, aburrido.

En la infancia, todos jugamos alguna vez, a ser doctor, pero estos médicos realmente juegan a serlo en su etapa adulta; su intervención no influye en nada y, también, es potencialmente peligrosa, principalmente por 2 razones: la gran cantidad de medicinas prescritas que encierran altas probabilidades de provocar eventos adversos, o que mientras se sigue un tratamiento inútil, la enfermedad avance hasta llegar a un punto en donde el daño sea irreparable. No hay nada objetivo, las recomendaciones no tienen pies ni cabeza, todo es abstracto.

Este tipo de médico vivirá toda su vida creyendo que hace mucho, cuando no hace nada y, por lo tanto, todos los años cursados en medicina han sido en vano. Ejercerá mediante nombre y acceso a una receta, pero no tendrá los medios para resolver los verdaderos problemas que debe resolver a diario un médico. Más valdrá que los casos que atienda «se curen solos» o, de lo contrario, no tendrá éxito.

Ser un médico sin el poder de cambiar el rumbo de las cosas, que tendrá como compañera todo el tiempo a la mediocridad.

Pero hasta en eso, el recetador compulsivo tiene una ventaja: así como desborda ignorancia para tratar a un paciente, también es incapaz de darse cuenta que su mundo es una mentira. De uno u otro modo, está a salvo.

La vida seguirá, con unos, jugando al doctor, poniendo en peligro la vida de la gente y, otros, tratando de salvarla.

Ojalá que este 2022, nos traiga más médicos que no estén jugando a serlo.

Dr. Luis Enrique Zamora Angulo

https://doctorhumano.mx

Médico especialista en Medicina Interna desde el 2007. Realizo mi actividad profesional de manera privada en consultorio médico presencial y a través de asesorías médicas en línea, además de también laborar en el sector público, en el Instituto Mexicano del Seguro Social, desde el 2011. Divulgador médico desde hace 3 años, a través de las distintas plataformas digitales, y autor del libro "La guía definitiva para aprobar el ENARM", publicado y vendido en Amazon. Soy creador y anfitrión del podcast médico y canal de YouTube "Medicina ¡Para llevar!".

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3 Comments

  • Hola doctor! Me gusta mucho el contenido que publica, quisiera saber que opina ud sobre la ivermectina para tratamiento de la covid19, recientemente lo vi en una receta. Gracias saludos!

    • Hola Ale. La Ivermectina no está aprobada para ser utilizada contra COVID19. No la receto ni la recomiendo en ninguna etapa de la enfermedad. A hoy, solo se debe consumir (con fines de COVID19), dentro de un estudio de investigación.

      Saludos.

  • Hola dr me gusta mucho su contenido, queria saber que opina ud sobre la ivermectina para el sars cov 2

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